Ortodoncia. Cuando la maloclusión no es evidente.

Cuando la maloclusión no es evidente… no por ello es menos conveniente corregirla.

 

Hay sonrisas que, nada más dibujarse, muestran una posición incorrecta de los dientes; una falta de armonía evidente que, ya sea por apiñamiento o por una inadecuada relación maxilar, hace que la persona sea consciente de la necesidad de recurrir a la ortodoncia para solucionarla. Sin embargo, a veces el mal posicionamiento de los dientes o la existencia de una oclusión incorrecta son tan discretos que la sonrisa parece normal, incluso bonita, y no por ello es menos conveniente intervenir para corregirlo.

 

El motivo es que, más allá de sus repercusiones estéticas, una incorrecta relación oclusal puede perjudicar el crecimiento y forma definitiva de los huesos maxilares, así como generar disfunciones en la masticación, la digestión, la respiración o la articulación cráneo mandibular. Disfunciones que inicialmente aparecen como meras molestias pero que, a medida que avanza el tiempo, pueden llegar a cronificarse, interfiriendo en la calidad de vida de la persona.

 

Lógicamente, en estos casos en los que la maloclusión no es evidente para el paciente, es más difícil llegar a establecer la relación entre ambos factores si no es mediante una revisión bucodental y el examen por parte del odontólogo y/u ortodoncista. Por ello, y para asegurar una detección y solución tempranas, lo ideal es realizar estas revisiones en la infancia o adolescencia. Aunque también es posible tratar la maloclusión en la edad adulta, con muy buenos resultados.

 

Para establecer el tipo de oclusión que tiene una persona y saber si es correcta o no, se recurre a la escala desarrollada a finales del siglo diecinueve por el ortodoncista estadounidense EDWARD ANGLE.

 

"" Ésta toma como referencia la posición del primer molar superior permanente con respecto al de abajo, desde una perspectiva lateral, a partir de lo cual se distinguen las siguientes clases básicas:

CLASE I: Visto de lado, la posición del primer molar superior permanente es correcta con respecto a su “pareja” de abajo. Es la Clase de Angle más frecuente y, si no hay problemas de alineamiento de los dientes tales como apiñamientos o rotaciones, se dice que hay oclusión normal. De lo contrario, se trata de una maloclusión.

 

CLASE II: El primer molar superior permanente toca en posición “adelantada” con respecto al inferior y esto suele hacer que los dientes incisivos superiores se sitúen más hacia los labios que lo que deben, dando una sensación de exceso de dientes en boca. Esta situación se conoce como “resalte” y puede llegar a ser muy pronunciado en algunos casos, aunque los bordes de los incisivos no se inclinen necesariamente hacia los labios (Clase II, subdivisión 1) sino hacia el interior de la boca (Clase II, subdivisión 2).

 

CLASE III: El primer molar superior permanente se encuentra atrasado con respecto al inferior, lo que puede llevar a que los dientes incisivos inferiores pasen por delante de los superiores (“mordida cruzada anterior”) o queden en situación de borde-a-borde con ellos. La Clase III suele precisar de la temprana intervención del profesional para evitar que la mandíbula acabe protruyendo: cosa que será cada vez más difícil lograr a medida que avance el crecimiento óseo. De hecho, en los adultos, la Clase III de Angle puede requerir de cirugía para corregirse.

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