Diversos estudios indican que las personas que sonríen tienen más éxito social y profesional. Sin embargo, contrariamente a lo que se pueda pensar, esto es así porque la sonrisa no solo se interpreta como una expresión de felicidad, sino también como una expresión de seguridad y de confianza en uno mismo.
Todo un “superpoder” que se transmite a través de los músculos faciales y es capaz de generar efectos positivos entre los que nos rodean, ya sea durante reuniones, entrevistas de trabajo o encuentros con amigos.
Más que la belleza en sí misma, lo que encontramos tan atrayente de una sonrisa sincera es la espontaneidad que se esconde detrás de ella. Esto nos insta a fiarnos de esa otra persona con mayor facilidad y, dado que podemos intuir si una sonrisa ajena es sincera o no (sin saber muy bien por qué), al sonreírse dos personas de forma franca y sin fingir, se establece un vínculo tácito que puede desembocar más adelante en algún tipo de relación personal o, cuando menos, en una mayor sintonía en lo profesional.
Ya se sabe que sonreír tiene efectos muy beneficiosos sobre la salud de las personas; es notorio que potencia el sistema inmune, reduce los niveles de estrés, eleva el ánimo y el grado de bienestar, contrarresta el dolor, alarga la vida e induce hacia mayores niveles de productividad, gracias a la liberación de endorfinas y otras hormonas estimulantes de la actividad.
Sin embargo, el hábito de sonreír también tiene efectos positivos sobre la cognición, porque ensancha el campo de nuestro enfoque activo y aumenta nuestra capacidad de prestar atención a los estímulos del entorno y de la periferia de nuestra conciencia (que han sido anulados por el estrés) a fin de poder procesar y aprovecharlos a modo de información.
De lo contrario, esos datos tan potencialmente valiosos se escaparían del todo. De vuelta al terreno de las relaciones sociales, sonreír mitiga la vergüenza que sentimos ante un incidente embarazoso porque genera empatía en quien es testigo de nuestra desgracia. Y si hablamos de cambios en el estado de ánimo, no podemos olvidar el placer que es capaz de provocar una sonrisa, superior incluso al que proporciona comerse una onza de chocolate.
En estos tiempos en los que está tan de moda indagar en la literatura y en el cine acerca del tremendo y desaprovechado poder de nuestros cerebros, resulta muy alentador saber que ya tenemos a nuestro alcance inmediato un poder verdaderamente superior que es, a la vez, tan sencillamente humano.
Para que una persona sonría abiertamente es necesario que se sienta completamente a gusto con el aspecto de su sonrisa y que no vea en ella un motivo de posible rechazo. En este sentido, los principales motivos de complejo entre quienes ocultan su sonrisa hacen referencia al color, tamaño o la posición de los dientes.
Afortunadamente, la Odontología ofrece hoy en día soluciones para todos estos casos y los avances de los últimos años ponen a nuestro alcance técnicas y procedimientos que permiten solucionar los defectos estéticos de una forma más rápida, menos invasiva y, por tanto, más confortable para el paciente.
No obstante, el primer paso antes de conseguir una sonrisa perfecta a nivel estético es contar con unos dientes y encías sanos. Conseguido un óptimo estado de salud oral, ya podemos pensar en solucionar aquellas imperfecciones que, aunque no comprometen la salud oral, sí impiden que disfrutemos de nuestra sonrisa abiertamente. ¡Consúltenos cómo podemos ayudarle a mejorar aún más su sonrisa!